Lo miro y solo puedo quererlo, solo puedo querer lo mejor para él. Es que me mira y solo puedo ver un
a alguien especial. Puedo ver que le han roto el corazón. Pensar que alguien le hizo daño me pone los nervios de punta (incluyendome a mí). Quisiera sostenerle las manos y decirle que no quiero hacerle daño, que adoro la forma en la que ríe, su voz, su olor... que no importa que no tengamos los mismos gustos y que a veces discutamos, ya que los polos apuestos se atraen y los del mismo signo se repelen.
Quiero decirle que cuando lo observé por primera vez se me detuvo el corazón, que es increible con todas aquellas cicatrices que me ha dicho que tiene, con cada marca, que tenga esa fuerza.
Sus ojos marrones son como el café para mi dentro del infierno en el que vivo, y puedo sentir que su presencia me hace olvidarme todo.
Sus manos sobre mi cintura son para mi la caricia más dulce, incluso su forma de decirme cosas bonitas, es casi como si fuese un caramelo dulce derritiéndose.
Lo quiero porque al hablarle de mi vida, escucha y no corre. En lo profundo de mi, quiero creer que no se irá de mi lado aunque mis demonios se lo pidan. Solo seguiré esperando que un día me mire, me abrace y me bese hasta perderme en él.